Ecos de una nostalgia pasada.

Escucho nuestra canción en la radio y automáticamente me pongo a tararearla, a revivir las tardes cuando nos la pasábamos hablando de esa letra o de esa banda. Soportando la sensación de recordarte con cada acorde, con cada melodía con cada verso nuevo. Sintiendo la necesidad de cambiar de estación pero con la necesidad de seguir pensándote.

Huelo tu perfume en el aire, en cada rincón hasta se lo huelo a toda persona que pase por la calle. Ese perfume que se hacía sentir cuando te abrazaba y me apretabas hacia vos. Ese perfume que me quedó registrado en mi memoria olfativa e intento volver a oler, a sentir, que solo me lleva a vos sin importar que todos lo lleven puesto en su piel.
Esa esquina de nuestro barrio que nunca va a ser igual, aunque muchas parejas diariamente la ocupen para demostrar su amor o para ese último beso antes de que venga el bondi. Esa esquina que inconscientemente tiene nuestro nombre aunque nadie más lo note,  que contiene todo incluso ese “todo” que nosotros no pudimos notar.

No es el hecho de la melodía, ni del aroma ni de ese lugar. Sos vos y la magia que despertás en mí utilizando esos instrumentos. Él me podrá cantar esa canción, podrá usar el mismo perfume o incluso esperarme en esa esquina. Pero le queda grande, como si nunca llegara a tener esa sensación de algo suficientemente bueno, de ese aroma a tierra mojada que me indica melancolía, nostalgia a revivirlo como los juegos en mi infancia. Eras vos y tus fantasmas que me hacían sentir como en casa.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Estoy bien mal

El karma soy yo.

Carta del pasado.