Gimme Shelter
Todavía recuerdo como ese cielo que pudo ser nuestro techo
se oscurecía cada vez con más furia y como fui empapada por esa lluvia molesta
que amenaza siempre al mes de octubre.
La oscuridad y el clima variable también estuvieron
presentes en mí en esa época donde era todo confusión, agonía e inundación. Por
momentos estaba quieta, imparcial para luego convertirme en un ser invariable
al que nada lo contenta. Vos me decías que eso era porque estaba buscando mi
propio sol y mi propia calma. Nunca supe por qué dijiste esas palabras pero
siempre fui muy ingenua como para desconfiar de vos. Qué fácil se te hacía
domar corazones ajenos incluso a mí, a quien la calma no le parecía una
prioridad.
Con el pasar de la primavera, la lluvia cesó y también cesó
la oscuridad de nuestro cielo. Mi clima interior tardó en aclarar y en cesar
pero de ser una tormenta, mi vida se convirtió en un constante día de
diciembre. Supiste convertirte en mi propio sol, en mi propia luz. Distante o
cerca siempre estabas ahí, me calentabas
el alma sin intenciones. Siempre envidié tu capacidad de demostrar cordura al
mismo tiempo que demostrabas locura y esa libertad que supo encontrar lugar en
vos.
Nunca me atreví a poner en duda tu habilidad para hacerme
brillar hasta que mi luz se fue apagando, mi opacidad de vuelta fue ocupando cada
parte de mí que antes era solo brillo. Te convertiste en un sol tenue de
invierno, brindabas claridad pero mi alma se enfriaba cada vez más. Hasta que
me apagué y hoy sólo soy oscuridad. Mi vida volvió a ser ese día de octubre a
la espera de la inmensidad.
Comentarios
Publicar un comentario