Ni si, ni no. Ni blanco ni negro.
Comienza el juego. Los dos jugadores se enfrentan, uno es el vendedor y el otro el comprador. "Lo juego desde chico, es entretenido pero no es difícil eh, sólo no tenés que decir un par de palabras." "Es complicado, llego a un minuto y pierdo." El jugador 1 (vendedor) tenía el control del juego hasta que se da cuenta que ay! dijo las palabras taboo. Claro, él pensaba que solo el jugador 2 que era el comprador se podía equivocar. Y terminó el juego.
Sí, yo también perdí cuando jugué. El que dijo que era fácil creo yo, que se equivocó. Y los que perdimos es porque claramente somos víctimas inevitables de los extremos.
Si te digo sí es porque estoy segurísima y no necesito dudar pero también la otra posibilidad es un no que al decirlo se entiende que es un no, de esos super negativos. O pienso demasiado y me enredo en pensamientos pero también puedo actuar espontáneamente, impulsivamente al mejor estilo "me chupa un huevo." Ah y también puedo estar años revolviendo el placard para buscar algo prolijo y combinable para ponerme cuando también salgo con la remera del pijama porque no encontré nada presentable. O cuando tengo algo que hacer y lo hago al minuto para sacármelo de encima pero también tengo la gran habilidad de dejar todo para último momento. Ah ya sé! sino también esa delgada línea cuando apoyo firmemente una idea y comento un: "estoy totalmente de acuerdo" pero también esta la posibilidad de tirar un: "No, difiero. No estoy nada de acuerdo."
Los extremos me seducen. Como si me tentaran y yo elijo uno, casi por azar. Como sino lo pensara tanto. Siento la necesidad de que haya algo en el medio, un parámetro ni muy muy ni tan tan. No de indecisión simplemente porque a veces es un sí pero no tan sí y a veces es un no no tan no. Por eso la próxima vez que juegue no voy a decir Ni si, ni no. Ni blanco ni negro. Voy a decir gris, tal vez y hasta un no sé. Porque vivir de los extremos es agotador.
Sí, yo también perdí cuando jugué. El que dijo que era fácil creo yo, que se equivocó. Y los que perdimos es porque claramente somos víctimas inevitables de los extremos.
Si te digo sí es porque estoy segurísima y no necesito dudar pero también la otra posibilidad es un no que al decirlo se entiende que es un no, de esos super negativos. O pienso demasiado y me enredo en pensamientos pero también puedo actuar espontáneamente, impulsivamente al mejor estilo "me chupa un huevo." Ah y también puedo estar años revolviendo el placard para buscar algo prolijo y combinable para ponerme cuando también salgo con la remera del pijama porque no encontré nada presentable. O cuando tengo algo que hacer y lo hago al minuto para sacármelo de encima pero también tengo la gran habilidad de dejar todo para último momento. Ah ya sé! sino también esa delgada línea cuando apoyo firmemente una idea y comento un: "estoy totalmente de acuerdo" pero también esta la posibilidad de tirar un: "No, difiero. No estoy nada de acuerdo."
Los extremos me seducen. Como si me tentaran y yo elijo uno, casi por azar. Como sino lo pensara tanto. Siento la necesidad de que haya algo en el medio, un parámetro ni muy muy ni tan tan. No de indecisión simplemente porque a veces es un sí pero no tan sí y a veces es un no no tan no. Por eso la próxima vez que juegue no voy a decir Ni si, ni no. Ni blanco ni negro. Voy a decir gris, tal vez y hasta un no sé. Porque vivir de los extremos es agotador.
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