Lo que se siente y no se ve.
Es como ponerle play a esa canción que te encanta de esa
banda que amás aun más y automáticamente subirle el volumen, aunque el celular
siempre te trata de cubrir y te sale con ese cartelito de advertencia sobre el
volumen máximo permitido y blablablá. Es automático, le subís el volumen hasta
el máximo y empezás a cantar, te dejás llevar por los acordes por la letra, por
todo. Como si todo fuera un gran impulso. Te concentrás en la letra, tratás de
sentirla y junto con ese sentimiento vienen los recuerdos quizá de personas, de
lugares, de momentos, de sentimientos. Y a veces hasta pensás “solo esta banda
me puede hacer esto” y hasta te colgás pensando como los empezaste a escuchar y te
acordás cuando te preguntan el motivo de por qué tanta admiración y decís (ahora
hablo en primera persona) “no sé, porque me gustan” “porque hay algo mío en
ellos” y mas frases típicas que sentís la necesidad de responder cada vez que
te preguntan algo así.
“Porque tiene un no sé que, no sé tiene ese algo” te
preguntan sobre esa persona y respondés eso es como la obligación. Porque es
como si realmente ni vos lo sabés y tratás de contestar algo que se asemeje a
lo que sentís pero no encontrás las palabras y dentro de todo eso algo te
preocupa y te deja desorientado. Te
encanta . Eso lo sabés pero no basta para poder contestar un “por qué?”
Y lo mismo sucede con todo eso que te despierta algo indefinido.
Como la canción que amás, como esa persona por la que sentís ese algo, como
cuando pintás o cantás, cuando leés. No lo podés definir, ni apalabrar porque
te gusta. Y cuando algo te gusta solo lo sentís, te encargás de sentir esos
sentimientos o esa brisa de positivismo que te trae. Elegir es el antónimo de
gustar. No se elige, llega solo como si eso supiera despertar lo mejor de vos,
sin intenciones. No quiero eso que me
haga preguntarme un “por qué?” quiero lo que me haga contestar un “porque sí”
pero de forma despreocupada. Y hasta feliz
Comentarios
Publicar un comentario