Un ratito más.

Todo había cambiado. Y ellos lo sabían aunque les costaba admitirlo. Fueron testigos de como la vida les usurpó una parte de sí y les arrebató una realidad efímera, pacífica y feliz para imponerles una realidad más dura, menos llevadera. Fueron testigos de como los juguetes desparramados por toda la habitación  incluyendo las muñecas, la pista de autos, los rompe-cabezas fueron desplazados para colocar en su lugar una pila de libros y el escritorio que sus padres habían comprado. Todo había cambiado. Y ellos lo sabían aunque no querían admitirlo. No entendían como la vida podía golpearlos de tal manera, no entendían como de un día para el otro tenían que estar forzados a vivir de una forma completamente distinta. Durante sus cortos años de vida habían escuchado a sus padres repetir: "Aprovechen lo lindo que dura poco", "Vivan el momento que después se van a arrepentir" frases que se fueron repitiendo en distintos momentos de sus vidas. Como por ejemplo cuando dejaron sus rutinarios uniformes o delantales para afrontarse a la verdadera realidad: la universidad. Los años pasaron, pero a cada paso que daban, se encargaban de llevarse con ellos, todo lo que consiguieron recuperar de sus otras realidades. No se sentían preparados para dejar ir su infancia, su niñez, su adolescencia, conservaban todo tan vividamente que dicen, que en algunos momentos se sentían allí, en ese cuarto donde pasaban horas y horas jugando. Ellos quisieran volver. Yo también. Por lo menos un ratito.

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