Ya fue
Recién en este preciso momento me doy cuenta que día es hoy: Miércoles 14 lo que automáticamente me lleva a pensar que mañana es Jueves 15 y que ayer fue Martes 13. Martes 13 y me quedó pensando. Ah ese día donde la gente corre de un lugar a otro con tal de refugiarse en un lugar cerrado, de refugiarse en su casa con tal de no estar en la calle y evitar pasar por debajo de los andamios o escaleras por si "se les cae encima", evitar pasar por el Botánico para no cruzarse ningún gato negro, evitar romper algún espejo y hasta evitar subirse al subte por si se queda parado como 40 minutos en el túnel por blablablá.
Hay algunos que ya a las 0:00 de hoy se olvidaron de todas las maniobras que tuvieron que hacer el día anterior para no sufrir ninguna "desgracia" porque creen que es la cábala del día. Algunos otros viven todos los días de su vida rezando y rogando para que ninguna de esas situaciones les interrumpa su rutina. Pero ambos tipos de personas tienen una particularidad: en algún momento se vuelven esclavos y pendientes de ese fenómeno abstracto que más de una vez subestime y sobre-estimé a la vez llamado suerte o en el caso del día en cuestión mala suerte.
Es como si dependiera de la situación. La suerte está en lo positivo, en todo lo feliz en todo lo que sale "porque así salió" y la mala suerte está en lo malo, en lo feo, en lo negativo, en lo culposo, "porque no se dio , "porque así es la vida". Pero yo creo que el azar y la superstición no regulan nada más que el curso causal de las cosas (si es que existen). Nunca se tienen en cuenta los motivos por los cuales se tuvo la suerte o la mala suerte, nunca se piensa el "por qué". Sólo se tiene en cuenta el objeto, como si el azar pudiera regularnos la vida en vez de al revés, que solo dependa de nuestras acciones.
Andrés Calamaro una vez cantó: "La suerte juega con cartas sin marcar no se puede cambiar". Es que es así. Es aleatoria, no te tiene en cuenta ni a vos, ni a mí ni a nadie. Y mejor voy a dejar de pensar en el 13 que hoy es 14 y ya mañana es 15.
Hay algunos que ya a las 0:00 de hoy se olvidaron de todas las maniobras que tuvieron que hacer el día anterior para no sufrir ninguna "desgracia" porque creen que es la cábala del día. Algunos otros viven todos los días de su vida rezando y rogando para que ninguna de esas situaciones les interrumpa su rutina. Pero ambos tipos de personas tienen una particularidad: en algún momento se vuelven esclavos y pendientes de ese fenómeno abstracto que más de una vez subestime y sobre-estimé a la vez llamado suerte o en el caso del día en cuestión mala suerte.
Es como si dependiera de la situación. La suerte está en lo positivo, en todo lo feliz en todo lo que sale "porque así salió" y la mala suerte está en lo malo, en lo feo, en lo negativo, en lo culposo, "porque no se dio , "porque así es la vida". Pero yo creo que el azar y la superstición no regulan nada más que el curso causal de las cosas (si es que existen). Nunca se tienen en cuenta los motivos por los cuales se tuvo la suerte o la mala suerte, nunca se piensa el "por qué". Sólo se tiene en cuenta el objeto, como si el azar pudiera regularnos la vida en vez de al revés, que solo dependa de nuestras acciones.
Andrés Calamaro una vez cantó: "La suerte juega con cartas sin marcar no se puede cambiar". Es que es así. Es aleatoria, no te tiene en cuenta ni a vos, ni a mí ni a nadie. Y mejor voy a dejar de pensar en el 13 que hoy es 14 y ya mañana es 15.
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