Cada dolor tiene un nombre y yo quiero conocer el tuyo
Qué fácil se me hace escribir de vos. Porque te pienso y ya se que te quiero plasmar en algunas palabras. Renglones. Párrafos. Pero últimamente me pasa que releo lo que escribo y no te siento presente en mis modestas líneas. Siempre se me hizo difícil eso de ponerle “forma” o “molde” a lo que pienso, a lo que siento por dentro, a lo que está alojado en algún lugar que yo ni se que existe. Es ponerse a remar en el mar de mi cerebro con un palito que se parte al toque. Y con vos me cuesta un huevo. Porque en realidad siempre fuimos poco. Siempre fuimos algo a medias. Digo algo que nunca terminó porque en realidad también podría pensar que nunca empezó. Ah, y decir que siempre fuimos “nada” es demasiado crudo. Porque en realidad siempre hay algo, un intercambio de muchos “nadas”, de un puto like de instagram (tan millenial que duele) , de una complicidad que nunca trasciende. Nunca se hace historia. Queda alojada en algún momento del pasado esperando siempre el momento del “y ahora va a pasar” que nunca pasa. Y sigo esperando. Porque eso es lo que necesito para que lo que escribo tenga sentido. Poder sentirte, probarte, poder compartir más que una mera casualidad que no quiere ser. Que nuestras pieles se rocen en el plano de la realidad, y no sólo en los sueños en los que amo tenerte como protagonista. Que por lo menos me digas cara a cara, mirándome a los ojos (porque por whatsapp o instagram somos todos capos) que no soy para vos. O que te chupo un huevo. Porque obvio. Obvio que en realidad lo único que piensa mi cabecita es todo lo contrario. Que nuestra no-historia ya tenga un comienzo feliz. Que me querés. Que sos capaz de dejar la joda por mí. Que a tus amigos les voy a parecer una capa. Pero eso es pedir mucho. Y lo se a la perfección, aunque si pasa voy a estar mas feliz que tortuga con rueditas, claro. Por eso me conformo con lo que sea. Con que me hagas llorar. Con que me rechaces y me digas que no te gusto. Con que me dejes plantada. Porque por lo menos me queda claro que sos flor de gil. Y eso me deja tranquila. Porque el rechazo se siente, y está presente. Forma parte de la realidad aunque me hayas mandado a la mierda por nota de voz. Es un estado que perdura y tiene su entidad. No así la incertidumbre de nuestro nosotros, que es más un yo pensándote a vos. La incertidumbre de algo que puede ser y no es. Y pasa el tiempo. No hablemos de mi ansiedad que merece un texto aparte.
Siempre sostengo que mis palabras y mis escritos nacen en la profunda tristeza o cuando me explota el corazón de bienestar. Por eso no me sale escribir de vos. Sos un puto medio del que no me sale llenarme. Antes que muchos pedacitos sueltos prefiero un todo perfecto. O una nada que me cague a palos por dentro. Lo que vos elijas. No importa qué.
Total, siempre vas a ser el protagonista perfecto de mis desvelos y de mis textos impresentables.
Y lo peor es que lo digo de verdad
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