Toco y me voy

Siempre te dije que eras un cagón. ¿Te acordás? Yo sí. Pero ese no es el punto. Mientras te ponías un cigarillo en la boca  seguramente pensabas “Otra pendeja de las tantas creyéndose más por decirme algo que ya sé.” Y sí. Ya sabía que lo sabías. Como no lo ibas a saber si actuabas como tal. Ibas por la vida cagando a trompadas corazones ajenos portando la bandera del “No quiero nada serio”. Te veía y me asqueaba ser testigo del orgullo que te daba sentirte destinatario de los whatsapps rebotados 5 am, de los tragos de más de las señoritas que habías abandonado algún sábado después de las 9 am. Pero me asqueaba en serio además porque una de esas señoritas había sido yo. 22 años y todavía seguía presa de las ficciones de Cris Morena que consumi en mis años de colegio. Que el malo se cree eternamente malo hasta que llega una mina. Ni muy ni tan. Ni muy simple para pasar desapercibida ni muy despampanante para opacar al que se cree capo. El problema y el doble filo siempre fue que me identificaba con la Mina ni muy ni tan. Pero siempre la realidad me daba una piña. Y la secuencia de hechos con el Señorito Capo empezaba bien, lo suficiente (o no) para que mis expectativas afloren sin apenas regarlas. Terminaba regando su ego que ya estaba ahogado de tanta agua, y ahí yo tan gila de seguir ahi y no encontrar el momento de irme. Ni siquiera ahora. ¿Pero que más da? Yo seré la boluda que se agotó de sentir al pedo y vos el mismo cagón de siempre probando bocas y sexo distinto todos los fines de semana. 

Al fin y al cabo en la vida queda lo que te hace despertar el alma y lo que despertás en almas ajenas. Porque dando todo te tranquilizás, aunque no haya servido para mucho y aunque hayas dado de más, a cambio de una miseria. O peor, a cambio de la nada misma. Pero ahí estas a pesar de todo, con una paz interna que un poquito te reconforta.

Pero a vos cagón, ni verme desgarrada para darte un poquito de mi yo, te despierta el alma. Ni siquiera escribiendo esta nota en el celular, que quizás no leas nunca. Y ni hablar de lo que despertás en los demás. Y no diría “despertar” sólo te esforzás un poquito para que los demás te devuelvan la atención que pedis en un silencio ensordecedor. Que feo se debe sentir rebozar de infinita vanidad y fanfarronería y perder cada vez mas la capacidad de sentir. Jodete por gil. Y yo que pensaba que había perdido al final te gané por goleada, cagón. 

Comentarios

Entradas populares de este blog

Estoy bien mal

El karma soy yo.

Te llevo para que me lleves.