Cada dolor tiene un nombre y yo quiero conocer el tuyo
Qué fácil se me hace escribir de vos. Porque te pienso y ya se que te quiero plasmar en algunas palabras. Renglones. Párrafos. Pero últimamente me pasa que releo lo que escribo y no te siento presente en mis modestas líneas. Siempre se me hizo difícil eso de ponerle “forma” o “molde” a lo que pienso, a lo que siento por dentro, a lo que está alojado en algún lugar que yo ni se que existe. Es ponerse a remar en el mar de mi cerebro con un palito que se parte al toque. Y con vos me cuesta un huevo. Porque en realidad siempre fuimos poco. Siempre fuimos algo a medias. Digo algo que nunca terminó porque en realidad también podría pensar que nunca empezó. Ah, y decir que siempre fuimos “nada” es demasiado crudo. Porque en realidad siempre hay algo, un intercambio de muchos “nadas”, de un puto like de instagram (tan millenial que duele) , de una complicidad que nunca trasciende. Nunca se hace historia. Queda alojada en algún momento del pasado esperando siempre el momento del “y ahora va a ...