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Mostrando entradas de agosto, 2013

Debil debilidad

Existen muchas máscaras y antifaces naturales, esos que aparecen para defenderte de la fragilidad, de la debilidad, para hacerte sentir más fuerte aunque en la garganta tengas un nudo de "te necesito" o un "perdón". Yo creo que las palabras pueden mentir, los abrazos pueden traicionar, los besos pueden ilusionar, pero no la risa. Simplemente sucede, está siempre presente esa razón que naturalmente te conlleva a reír. Tiene un factor desencadenante que te lleva a ella, sino nunca se produce. ¿O acaso cuando te cuentan un chiste malo te reís? El sonido de la risa le da un "no se qué" al alma, la hechiza. Te va hechizando el cuerpo, la mente hasta que solo escuchas esa carcajada. Ya no importa que te hizo reír, ni lo ridícula que suene tu risa, ya todo te motiva para seguir riendo. La risa ajena, el chiste, ese recuerdo que apareció en tu mente. Todo esta ahí pero ni te gastas en pensarlo porque estás ocupado sintiéndolo. Ni pienses en pensar, ni pie

Te miraba, me veía y eso me gustaba tanto.

Lo miré y él me miró a mí. Era una mirada intensa que descodificaba esas palabras que no nos animabamos a decir, esos besos que no supimos dar, esos abrazos que no supimos aceptar. Nos miramos hasta el punto de verle la cara al otro reflejada en la pupila. El paso de los minutos no era una amenaza, seguíamos en ese mismo banco, enfrentados mirándonos. Pero esa mirada ya me había trasladado a otro lugar, más profundo, más abstracto, más difícil de notar. Me había sumergido en su personalidad dejando a la vista sus mejores virtudes y defectos que con el paso del tiempo había aprendido a aceptar e incluso me hacían sentir una sensación de cariño. Dicen que hasta en ese estado de sumersión me animé a sonreír para demostrar mi plenitud, para demostrar mi felicidad. Una mano se sacudía violentamente  delante de mis ojos. “Che estabas en otra que pasó?, te estuve hablando y ni bola. Es imposible hablar con vos”. Se levantó violentamente del banco y se fue con una mirada llena de resignac

Ya fue

Recién en este preciso momento me doy cuenta que día es hoy: Miércoles 14 lo que automáticamente me lleva a pensar que mañana es Jueves 15 y que ayer fue Martes 13. Martes 13 y me quedó pensando. Ah ese día donde la gente corre de un lugar a otro con tal de refugiarse en un lugar cerrado, de refugiarse en su casa con tal de no estar en la calle y evitar pasar por debajo de los andamios o escaleras por si "se les cae encima", evitar pasar por el Botánico para no cruzarse ningún gato negro, evitar romper algún espejo y  hasta evitar subirse al subte por si se queda parado como 40 minutos en el túnel por blablablá.  Hay algunos que ya a las 0:00 de hoy se olvidaron de todas las maniobras que tuvieron que hacer el día anterior para no sufrir ninguna "desgracia" porque creen que es la cábala del día. Algunos otros viven todos los días de su vida rezando y rogando para que ninguna de esas situaciones les interrumpa su rutina. Pero ambos tipos de personas tienen una part

Concientemente inconciente

Y abrí los ojos. Confundida, nerviosa y bastante desorientada, con la respiración entrecortada.  No entendía nada sólo me importaba encontrar un reloj, quizá eso me ayudaba a ubicarme. 3 de la mañana. Ahora sí. Estaba en mi cuarto, despertándome de un sueño movilizador mientras parpadeaba para acostumbrar mis ojos a la falta de luz. Aunque tenía que madrugar, la idea de dormirme me perturbó ya que mi psiquis bastante histérica y ansiosa se hizo presente en mi mente, necesitaba esforzarme y tratar de descubrir que había sido ese sueño. Los minutos se hacen eternos y más a la madrugada. Se me hizo eterno pero ocupé el tiempo tratando de recuperar de mi inconsciente esos recuerdos de ese sueño olvidado. Me fije otra vez la hora. 4 de la mañana. “Ya fue mejor me voy a dormir, quizá cuando menos piense por ahí en 4 días me acuerdo, mejor ni pienso en eso”. El ruido de la alarma fue todo lo que se escuchó, me desperté y di un salto. Y otra vez caí. Traté de buscarme entre el sueño que n

Sin Nombre

Saboreo las lágrimas que se van acumulando en la comisura de los labios mientras trato de buscar y encontrar un por qué a ese llanto impulsivo, espontáneo y "sin querer queriendo". Bah yo le digo "sin querer queriendo" porque me parece la forma mas exacta y ocurrente, pero...  ¿viste cuando hacés algo casi por accidente pero sentís que realmente tiene una razón de ser? Bueno ese sentimiento automáticamente me lleva a pensar en la frase rosa de: "Todo pasa por algo", pero es dificil reconocer ese algo sino sabés lo que es y encima ni sabés si realmente ese "algo" existe.  El llanto es cada vez más fuerte por desconocimiento, por ausencia y hasta por miedo de ese agujero negro que nunca se convierte en blanco. Ese llanto incontrolable por ese algo que quizá no es un algo y es un nada. O quizá es un todo. O un todo con vacío sin explicaciones.

"Jaque Mate" dije yo.

Sucedió sin poder evitarlo. Me dejé ir, despacio pero me fui y me sigo yendo aunque con ganas de quedarme. Vos también te dejaste ir, pero te fuiste, sin remordimientos, ni dudando, ni recordando las razones que podrías tener para quedarte. El juego, las cartas, el tablero, el mazo, hasta los dados están desparramados por ahí, a la vista aunque a veces se pierden en el desastre y en los retazos que dejaste. Que dejamos. De alguna forma todo está intacto pero en lugar de cuatro dados, ahora son dos y el tablero está desdibujado como si el juego se hubiese dejado de jugar. Atrás quedaron las apuestas que nos hacíamos. Aunque uno de los dos perdía, el otro ganaba y eso ya era suficiente, era el mismo juego, el mismo entusiasmo, las mismas ganas de apostar y de continuar aunque el otro perdía. Contagiabas mis ganas de seguir aunque nunca fui buena jugadora y más de una vez interrumpía dejando las cartas a la vista sobre la mesa como una forma de decir “me rendí”. Las reglas del juego

Revolución interior

Tuve que colocar mi mano sobre mi frente un poco más arriba de las cejas porque el sol me encandilaba, mis ojos se hacían cada vez más pequeños producto de la luz brillante. Aunque me quemaba y me tapaba seguía mirando igual porque sentía que necesitaba hacerlo, como algo indispensable, como protección incluso para que el sol se refleje en mi cara y me dé un poco de calor. Sólo a mí se me ocurría salir un día fresco a las 10 de la mañana a andar en bicicleta con la mera excusa de “distraerme” cuando me podía quedar en mi casa mirando esa película que siempre posponía o incluso leyendo la revista que más cerca tenía a mi alcance. Pero ay, si ustedes me vieran... tan lejos, y tan cerca a la vez, tan alcanzable pero a la vez tan distante, tan concreta pero a la vez tan abstracta. A la bicicleta se la ve como ese vago transporte que se utiliza hasta que tenés la autonomía y el poder necesario para comprarte algo más sofisticado, pero para mí no, aunque no lo vean así los demás, esas dos r