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Mostrando entradas de febrero, 2015

m/v

Lo percibí un día de febrero, como así el febrero del año anterior y el anterior del anterior. No sabía por qué siempre sucedía en el segundo mes del año pero sí sabía lo que me pasaba. El clima de estos últimos días parecía estar en sintonía con el estado que transitaba. Me pesaba el alma y mi mente estaba densa arrastrando un séquito de mambos que me hacían tocar fondo. Cuando regresaba a la superficie había sol pero ese sol molesto que te quema ni bien te ve.  Era el mes constante de la densidad y de la levedad que a veces caía por su propio peso. Un peso insoportable. Me pesaba el alma porque eras un recuerdo lleno de ausencias que no era más que la nostalgia de seguir llevándote en ese rincón donde todo era vos y yo.

Convoy

Me prometí  mí misma que en algún momento te iba a dar esta carta, que está siendo escrita sin  ningún tipo de intención, supongo que es para desahogarme y porque, si tengo que ser sincera, se me hace muy fácil escribir sobre vos y sobre todos aquellos recuerdos que todavía, después de varios meses, me siguen invadiendo. Siempre se te hizo muy fácil hacerte querer aunque ni vos mismo te des cuenta de eso. Una vez escuché que hay personas que entran a tu vida sólo para enseñarte algo. Me alegra poder considerarte ese tipo de persona. Me enseñaste a entender que cada uno quiere como es, como le sale. Me enseñaste que no se quiere ni bien ni mal, que me querías con todo lo que eras aunque a veces me animaba a desconfiar de vos. Hasta te confieso que todos aquellos defectos que yo consideraba como tales no eran más que mi envidia por tu espontaneidad, y tu libertad que siempre tanto te identificó. Me enseñaste que los impulsos no son más que acciones de las que, probablemente uno se