Exceso de expeculación

Me da hasta un poco de risa saber que estamos los dos parados frente a un muro esperando que se rompa. O que resista. Mirando fijamente sin hacer nada y ni siquiera viéndonos la cara. Esperando el impacto de algo que nadie sabe exactamente que es y si posta existe o es simplemente producto de haber flasheado de más. Nos envolvimos en un huracán y nos dejamos llevar con el, pensando que su fuerza nos iba a depositar en algún lugar. Aunque sea un lugar de mierda y lleno de basura. Pero por lo menos “estando”, teniendo alguna razón para ser. Nunca nos dimos cuenta o mejor dicho nunca quisimos porque acá no se quien es mas gil, que quizás ese algo no existe y ese muro sera eternamente eso. Un muro. Que ni mil tiempos futuros nos traerán ante nuestros oídos ansiosos la respuesta que queremos escuchar, porque pensamos que esa respuesta va a venir cuando quizás al destino ni le pinta. Nos sedujo la idea de pensar que el arte de coincidir es suficiente para construir cuando por ahí fue solo para confundirnos y volarnos la cabeza con un vicio de un rato y nada más. Habría que dejar tener ese puto toc de pensar que siempre hay un algo más que nos justificará las veces que fuimos de a partes o pedazos mal cortados. A veces es solo un huracán que solo tiene ganas de marearnos un toque y de hacer que nuestros cuerpos choquen en un vaivén interminable hasta que la quietud invada. Hasta hacernos entender que incluso en el caos de la incertidumbre se puede ser imperfectamente feliz.

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