Obsolescencia programada

Se ve que tenés un talento natural para llenarte la boca de miedos que no afrontás, de deseos que nunca cumplís, de palabras que nunca decís. Y lo peor es que a veces se me da por creerte. Casi. Pero después me doy cuenta que nunca podría creerte porque no te la crees ni vos mismo. Enterraste tan profunda la mentira que te metiste en el disfraz y ahora te cuesta salir. Te divierte escupir palabras de más que no dicen nada. Sólo se dibuja la palabra “cagón” en el aire. Te esmeras en disimular la fobia a que te quieran de verdad, aunque lo único que gritas en silencio es que te quieran bien y que te desnuden el caparazón. Pero no te voy a ayudar a que te encuentres y escupas ese miedo de mierda que tenés. Me querés hacer complice de tu cobardía cuando lo que menos soy es cobarde. Y por favor no me pidas que te entienda, ni que comprenda tus fantasmas del pasado que tanto mal te hicieron. Porque eso no es excusa. Las únicas excusas que existen son las que tramás con tanto ingenio solo para que yo me sienta protagonista de ellas. Y lo peor es que una vez me dijiste que a veces soñás despierto con mis besos. Besos que nunca me das. Besos que ya no espero más. ¿Para que seguir deseando besos con gusto amargo? Besos a medias. 

Serás una buena persona. Sí. Pero con ser bueno a veces no basta. Te convertiste en una computadorita mental que todo lo programa. Siempre con la perilla de los sentimientos en off, con lo lindo que es tener deslices. Con lo lindo que es volarse la cabeza por un vicio de un rato. Y vos ahi tan inmovil con la falsa cordura que te caracteriza. Lo único que me sale desearte es que algún día te mueras de amor y te desangres, y descubras que lindo es perderse en un beso que te despoje de esos diablos que no te dejan ser. 


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