say no more

Viniste a mi vida ya estando lejos. Siempre con un pie dentro de mi universo y otro adentro tuyo por si tenías que huir de mi y correr a lo seguro. Así te conocí. Roto. Aunque en el arte de disimular siempre fuiste un campeón y en el de alardear yo diría un semidios. Ahi estabas, lejos, roto y distante pero me gustaste igual. Me gustaste. Me quise morir en tus besos. Me desvivía pensando como desnudarte los pensamientos. Buscando la forma de que estes cerca. Buscando la forma de que estes del mismo lado de mi puerta. Igual pará. Se que lo sabías y que vos te desvivías por tenerme cerca, por darme los besos mas ricos del mundo. Pero mi presencia era como ponerte alcohol en la herida. En el momento te aliviaba, te sentías sanando pero ardía, y la idea de estar en llamas para curarte nunca fue lo tuyo. Decidiste quedarte así. Roto y con una herida de la puta madre. Así es como termine de perder la posibilidad de tenerte. Dando de baja la posibilidad de armarte de nuevo, de desnudarte de cuerpo y alma. Decidiste cargar vos solo con la cicatriz y aca estoy fumandomela y comiendome los nudillos para no salir a buscarte. Porque para tenerte a medias o en cuartos prefiero no tenerte. 

Al fin y al cabo nunca te conocí. No se ni quien sos. No se a qué le tenés miedo, cuales son tus pasiones y que cosas te quitan el sueño. Pero no te culpo. Ni a mi. Ni a ninguno de los dos. Te rompiste en mil pedazos y te rompieron y yo no estuve ahi para impedirlo. Llegué tarde. Llegamos tarde. Y por eso me voy, mientras me rompo la cabeza para borrar de mi memoria lo poco que conocí de vos, para borrar el gusto amargo de no haberte tenido. Para poder verte por primera vez en otras mil vidas. Para poder verte los dientes. Quien dice que no sos vos el que me va a romper a mi. 

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